You're toxic, I'm slipping under... Tasting the poison paradise (LIBRE)

*A pesar de odiar esta ciudad comenzaba a sentirla nuevamente mi hogar... después de todo no todos eran malos recuerdos... o sí? Daba igual... había cosas que tenía que poner en claro... en primer lugar... Dónde moraba la diosa? cómo encontrarla? Sabría que la reconocería... ella era distinta de cualquier mortal... mis padres de crianza me lo habían dicho... Suspiré mientras caminaba por aquella zona extraña de los barrios bajos... no eran un mal lugar... menos para una criatura que se había criado con bestias como las panteras... de hecho empezaba a divertirme jugar a que los humanos creyeran que podían asaltarme o manosearme con facilidad... a veces eran tan repulsivos... y me sentía asqueada de haber tenido que alimentarme de ellos en situaciones límites... esa era la peor parte de ser un vampiro... la sed implacable... esa que requería con urgencia apagarse cuando el aroma de la sangre se colaba por mis sentidos... A veces despreciaba lo que era... esa parte humana que había heredado de mi padre, siempre me lo recriminaría... Caminé mientras pateaba una piedrita tonta que se atravesó en mi camino... metí una de mis manos en el bolsillo de la chaqueta que llevaba sobre los hombros, rebuscando el par de ojos que había quitado a mi víctima la semana anterior... ya se habían disecado... pero aún el iris conservaba el sutil brillo funesto... la expresión de horror de la joven virgen que los había poseido y cuya última visión fueron mis colmillos a punto de hundirse en su yugular... no acostumbraba a matar a mis víctimas... menos cuando eran tan jovenes y hermosas... pero no había tenido opción esta vez... estaba demasiado sedienta... y su sangre era demasiado deliciosa y suave como para poder saciarme con poco... me sentí ligeramente culpable por el recuerdo... pero siempre había vivido con una filosofia...*
-Eres tú o ellos, Rehv... siempre será así... y siempre la respuesta será obvia... *me dije a mi misma, cerrando los ojos, mientras elevaba una oración a mi diosa, por el descanso de aquella pobre alma...* eras demasiado preciosa como para morir... pero también demasiado irresistible como para vivir... *fue el último pensamiento que le dediqué a la joven, cuando de pronto me sobrealté... lo sentí en el aire... en la piel... una presencia extraña e indescifrable... alguien que había irrumpido en la extraña quietud de la noche de los suburbios...* Muéstrate... *le ordené sin moverme, apenas dejando que mis colmillos se alargan escasos milímetros mientras esperaba porque esa presencia se manifestara con claridad*