Kyrie Eleison (Charlotte Morgenstern)

*Había momentos del día que se me hacían más pesados y angustiantes... A veces pensaba que sería más sencillo que nada ni nadie me importaran... No tener que fingir para evitar lastimar a aquellos que significaban algo para mi... Así estaban las cosas... a qué alturas venía a aprender que el cariño solo traía complicaciones, sin embargo no era nada sin lo que no pudiera vivir... O al menos eso creía... Bien... podía fingir mucho mejor de lo que pensaba y de lo que todos pensaban... incluso con mis aliados... Era mucho más fácil para todos si simplemente tenían que responder ante un líder y no un compañero... sin lazos complicados... sin nada que los involucrara lo suficiente como para arriesgar más de lo que poseían... Lo había aprendido de Lionato... y no arriesgaría a nadie más como lo había hecho con él...
Me recosté junto a una tumba, descansando mi espalda contra un árbol... miraba aquella lápida sin ser capaz de poner en claro mis sentimientos cuando la veía...*
-Nunca más enterraré a un ser querido... *Ese pensamiento me había rondado desde que había cavado su tumba y me había despedido para siempre de ella... y siempre había pensado que la solución más simple, era proteger con mi vida a quienes amara... sin embargo... a veces, parecía mucho más fácil, conseguir que nadie me importara... después de todo, no siempre se puede proteger a quienes se quiere... por mucho que se intente... Qué tal si el día de mañana dos personas estaban en peligro en dos sitios opuestos? Ya estaba arruinado hasta el infinito... y la omnipresencia no era lo mio... Así que solo quedaba relajarme... piner mi mente en frio... liberarme por completo de los sentimientos que me ataban al resto del mundo y ocuparme de aquello que me había mantenido con vida todos estos años...*
Venganza... *eso pensaba pero en realidad era algo mucho más sublime y apropiado... era justicia, no solo conmigo, con mi madre, o con las almas que no tenían descanso... era justicia para los que aún vivían... para los atormentados, los marginados y las víctimas de un soberano déspota y ruin que no escatimaba en métodos descabellados para someter a sus súbditos... Para todos y por cada uno de ellos es que buscaba concretar mi plan... y si para ello era necesario enterrar en esa misma tumba todos mis sentimientos, todo aquello que me mantenía humano, que así fuera...*
-No fallaré... prometo que no voy a desilucionarte... *le susurré a la lápida mientras me incorporaba mirándola de frente... jurándome a mi mismo y al alma de quien descansaba allí, que en ese momento un nuevo Tebaldo resurgiría de las cenizas de este... ya no temería a la bestia que moraba en mi interior, ya no la rechazaría... La aceptaría como una parte de mi y utilizaría su fortaleza implacable para concretar el Quid pro Quo...
Suspiré arrodillándome junto a la tumba... a lo lejos veía a Lutero escupiendo vapor por su hocico, debido a la tajante diferencia de temperaturas entre su aire y el gélido ambiente de aquella noche... Era una noche helada, una que no tenía piedad de quienes se refugiaban bajo su abrigo... quizás fue por eso que me llamó poderosamente la atención, aquella figura femenina que se dibujaba acercándose hacia donde yo permanecía inmóvil... Mis sentidos se afilaron en torno a ella y claramente por su porte y sus ropas, reconocí la noble cuna de la que provenía... más extraño aún... Qué hacía una dama noble, sola a estas horas en la helada noche de Neoverona, dando un paseo por el cementerio?
Me paré en seco cruzando los brazos sobre mi pecho, mientras mis ojos se clavaban en los suyos...*

-No aparece el lugar ni el momento apropiado para un paseo, no? *le vociferé aguardando alguna respuesta, sin dejar de escrutarla en ningún momento...*

Me arrebujo aun más en mi capa, agradeciendo el suave reborde de marta que hace que sea un poco más cálida. Tampoco es que el vestido que llevaba abajo de esta ayudara a evitar la fría brisa de la noche.
Y, aun así, lo había elegido antes que unos cómodos pantalones y una camisa.
Podría parecer una tontería pero cuando voy al cementerio me gusta vestirme como una dama, aunque tenga que hacer malabarismos para anudar el cordel del corsé de este vestido.
Siempre que necesito apoyo o consuelo voy al cementerio, a la tumba de mi madre, y me gusta andar presentable cuando lo hago.
Una voz me sobresalta y casi hace que el ramo de rosas blancas se me caiga al suelo.
No esperaba encontrar a nadie a estas horas de la noche y menos en un sitio como este.
-Visitar a los caídos mi señor.-
Contesto condescendientemente tal y como se espera de mi posición.
- Y vos, mi señor, ¿Habéis sucumbido también ante la cruel melancolía?-
Me retiro la capucha en vista de que mi posición ha quedado ya comprometida, ¿Que más da entonces que me reconozca?
Dejo las flores delante de la tumba de mi madre y me siento delante de la lápida.
Echo una mirada al individuo que se encontraba en el cementerio. Me hace sentir ligeramente incómoda pero no puedo decirle que se marchara y me deje intimidad. Así que opto por la opción menos infantil de sostenerle la mirada hasta que se sienta incomodo.

*suspiré ante su respuesta... realmente no pensaba en verme interrumpido en medio de mis cavilaciones... menos cuando se trataba de tomar decisiones drásticas como las que estaba tomando... Sin embargo, encontraba su presencia, casi divertida...
Pocas veces alguien, sobre todo una mujer, se habían atrevido a sostenerme la mirada... y el brillo picaresco que relucía iluminando sus ojos, me advertía lo deliberado de su comportamiento... Sí... quizás era un poco absurdo, si realmente pensaba que podía intimidarme, pero más importante que eso, era lo desconcertante de su permanencia en aquel sitio...*
-Cómo creeís, Milady... Las criaturas como yo no sucumbimos ante sentimientos mordaces como la meláncolia... tales emociones se reservan para los débiles ... Sin embargo, el respeto habla de la grandeza de los hombres... y las almas de los caidos, son quienes más dignos de respeto son... por lo que siempre les presto mis recuerdos ...
Sin embargo incluso la melancolía no justifica tal grata presencia a estas horas en este lugar, y sin vuestra escolta... Acaso os habeís fugado de vuestro hogar?
¨la interrogué inquisitivo... no es como si fuera mi asunto... pero era un hecho que sin duda, despertaba curiosidad...*

Me incorporo recogiéndome los faldones del vestido, arreglando como mejor puedo la suave tela negra y me acerco un poco al desconocido vagador de cementerios.
-Sabias palabras, mi señor.-
Lo observo inquisitivamente decidiendo mentalmente de donde provienen estas perlas de la sabiduría.
Es un joven bien parecido, por lo menos según los cánones de belleza convencional aunque sus rasgos ,mas bien delicados, y su rostro lampiño son indicadores de juventud y por lo tanto de fuerza y vigor.
Aun así sus modales y el hecho de que vagabundee por el cementerio (Ningún malhechor vagabundea por un cementerio, no hay nada de valor en ellos) hacen que me sienta confusa: ¿Tal vez sea un poeta? ¿O un dramaturgo?
-Si bien mi visita no se refiere únicamente a la simple melancolía o el respeto por aquellos que yacen sobre el lecho eterno ambas son causas poderosas para ella.-
Le dirijo una sonrisa ladina y me acerco aun mas al desconocido hasta que apenas nos separa un palmo.
-Pero, mi señor.-
Levanto un poco la cabeza para mirarlo directamente a los ojos ya que es ligeramente mas alto que yo.
-¿Que os hace pensar que necesite una escolta?-

*Sonreí ladinamente, cierto es que era una Lycan... pero ni siquiera eso mermaba el hecho de que era una noble en un lugar lúgubre y sombrío como el cementerio, donde los rufianes sin techo solían refugiarse... era una presa fácil en un lugar así... y hacerle tomar consciencia de ese hecho era un bien para ella... Entonces la miré con un manto de crueldad empañando mis ojos, mientars me acercaba a ella con peligrosas zancadas...*
-Digamos que el hecho de que un sitio como este a estas horas... etá colmado de criaturas bajas y viles, que disfrutarían bastante hacer de vuestra sangre su cena...
*le sonreí enseñando sutilmente el filo de mis colmillos, con el brillo de la luna refulgiendo en ellos... Aún así, no parecía amedrentarse ante mis actos o mis palabras... poseía la integridad de un guerrero y eso hizo que se ganara un nuevo respeto de mi parte... Ahora bien... ¿Tendría que llegar más lejos? ¿Cuánto más le duraría esa máscara de integridad frente al terror?

Contengo el aliento por un segundo. Sus ojos reflejando alguna clase de sombrío pensamiento que no llego a entender. Pero si cree que me voy a acobardar por eso es que no me conoce bien.
-¿Y supongo que vos sois una de esas "criaturas" tan temibles que me quieren como plato?-
Me sonríe enseñándome los colmillos.
Bostezo sonoramente, tapándome la boca con la mano como indican los buenos modales, para mostrarle mi aburrimiento.
Yo soy perfectamente capaz de deshacerme de una panda de maleantes en menos de tres segundo.
Le miro directamente a los ojos con una mirada desafiante.
-Y, por cierto, es de mala educación acercarse tanto a una señorita sin haberse presentado.-
Hay algo en el que resulta perturbador y desconcertante, como si no debiese de estar aquí.

*Sonreí ladinamente y todos mis modales desaparecieron con su arrogancia... Era un caballero con quién mereciera aquel trato... pero eso no se ganaba con dinero o posición... ella podía gozar de ambas cosas... pero su actitud por momentos me recordaba a Vitanya y eso realmente me sacaba de mis casillas... La miré, analizándola de arriba a abajo y negando con la cabeza mientras chasqueaba la lengua para enfatizar la negación, ante aquella conjetura suya...*

-Si yo realmente fuera alguna de esas criaturas... te puedo asesgurar que esa boquita linda con la que me estás hablando, ya estaría callada para siempre...

*reí internamente... me agradaba que no se amedrentara ante nada y ni siquiera se sintiera incómoda ante aquella invasión de su espacio personal... Pero si lo que estaba intentando era ganar aquella tácita guerra... iba muy mal... había escogido un mal contrincante... en un pésimo día....*

Y hemos pasado al tuteo.
Le sonrío con coquetería mientras hago la escasa distancia que nos separa un poco mas corta:
-Y hubiera sido una pena ¿sabes?-
Si el pobre desgraciado se pensaba que había ido a parar con una de esas nobles cursis y repipis se iba a dar con un canto entre los dientes.
-Porque entonces tu y yo no podríamos divertirnos juntos.-
Estamos tan cerca el uno del otro que puedo incluso sentir su aliento en mi cara.
A esa escasa distancia podría acuchillarle perfectamente si quisiera pero, pese a sus alardes, no creo que vaya a dañarme pero ...
¿Seria lo suficientemente canalla como para entregarme a mi padre por un puñado de sucias monedas?.
-Seguro que tu sabes como tratar a una chica.-
Paseo uno de mis dedos por su sien y lo deslizo hasta llegar a su cuello.
-Porque eres un chico listo, ¿no es verdad?-
No puedo evitar volver a preguntarme quien es este extraño desconocido de modales exquisitos que vagabundea por los cementerios como alma en pena.
Me recordaba a uno de los personajes que mi dramaturgo favorito había inventado: el príncipe Hamlet de Dinamarca

*Sonrío deteniendo el paseo de su mano en mi cuello...*
-Con cuidado, pequeña... Definitivamente no quieres convertirte en mi presa...
*le mascullo entre dientes, mientras la observo analíticamente de arriba a abajo, sin duda poseía una belleza envidiable, que muy pocos habrían podido ajusticiar con una mera descripción...*

-Sabes que si no quieres quemarte no debes jugar con fuego...

*le mascullé sobradoramente... estaba claro que ninguno de los dos iba a ceder en aquella pugna por medir al otro... era una pulsión constante en la que implícitamente parecía tener que elegirse el vencedor de un batalla implacable entre animales feroces, como los que disputan un territorio... Bien... si eso era lo que quería, lo veríamos... a ver quién tenía los mejores naipes en esta partida... Algo estaba claro... ella me había declarado la guerra... y en una guerra sin cuartel todo se valía... Ella había escogido afrentarme y lo encontraba divertido... Y la diversión no era una de las cosas a las que había renunciado en mi promesa... Pues bien... el botín para el vencedor... Ahora la pregunta era... Cuál era ese botín?
Mi frente se pego a la suya, mientras mis dedos recorrían los nudillos de la mano de ella, que mantenía atrapada contra mi cuello...*

-Debo reconocerte que es interesante que no tengas miedo... pero... Cuánto te durará eso?

Siento el calor de su mano sobre la mía propia, deteniéndola. Eso era algo que no pasaba, por lo menos no a mi.
-Cuidado lobito, a lo mejor descubres que la caperucita no es tan indefensa como parece.-
Siento su mirada, recorriendome de arriba abajo y ,al parecer, disfrutando de las vistas, placer que, no puedo negarle .
-Yo no juego con fuego, YO soy el fuego.-
Si quiere guerra ha encontrado la horma de su zapato y como dice el refrán "En el amor y la guerra todo vale".
Y el amor y la guerra son dos terrenos en los que yo me encuentro como pez en el agua.
¿Será mi príncipe Hamlet un rival a mi medida?
Su frente hace contacto con la suya y sus labios me susurran a escasos centímetros de los míos.
-Si quieres un beso.-
Le digo ignorando su pregunta.
-Solo tienes que pedirlo.-
Le susurro mientras nuestros alientos se entremezclan.

*sonreí renovadamente, dándole una ligera vista del filo de mis colmillos... Sus primeras frases, cargadas de picardía e imposición, ciertamente me estimulaban... Realmente me hacían querer saber qué había detrás de ellas...
Pero las últimas, esas me hicieron sonreír con todo el cinismo del que era capaz...*

-Bonita...
*susurré acariciando sus labios con el pulgar...*

-Cuando yo quiera algo... lo tomaré sin pedírtelo... Sí? *susurré relamiendo mis labios a tan escasos milímetros de los suyos que el revés de mi lengua rozó sus labios...*

-Después de todo... es mejor pedir perdón que permiso... Aunque tampoco te pediría perdón... estoy seguro de que no tendría razón... te gustaría bastante...

*Al principio me sobresalté por su sugerencia... era extraño que estuviera llegando tan lejos solo como una mera preocupación... de seguro estaba jugando alguna tontería para ponerme a prueba... Estaba totalmente seguro de que no intentaría besarme... Quizás por eso fue que me sobresalté tanto cuando lo hizo, sus labios eran cálidos y tiernos, tenían el clásico sabor de aquella pasta carmín que se untaban las nobles en sus labios, para volverlos irresistibles... Sentí su beso, apenas atrevido, como si aún se tratara de un predador tanteando a su presa, a ver que movimientos tenía en mente... La tomé por la nuca enterrando mi mano en su cabello, mientras sonreía sobradoramente al escucharla retrucándome con mis propias palabras, mientras le negaba chasqueando la lengua, en respuesta a su última frase...*

-Digamos que me gustó... aunque no lo suficiente como para repetirlo... ¿Quién te enseñó a besar? ¿Tu doncella?

*le susurré mientras tironeaba ligeramente su labio inferior con mis dientes... Después de todo, si era un juego, yo sabía mover demasiado bien mis fichas como para dejarme ganar tan fácil por una niñita, por más tentadora que fuera...*

Me muerdo el labio por su comentario.¿En serio cree que voy a tragar que no le ha gustado?
Y luego encuentro la evidencia:
Su ritmo cardíaco notablemente acelerado, las pupilas dilatadas. O bien por el beso o bien porque me ha mentido.
Las comisuras de mis labios se curvan en una maquiavélica sonrisa.
Me inclino levemente hasta su oído, pegando aun más si cabe nuestros cuerpos.
-Mentiroso-
Le susurro acariciando su oído con mi voz.
-La próxima vez que mientas a una chica, procura que ella no te este tomando el pulso.-
Echo una mirada de soslayo a mi mano, aun en su cuello, y la vuelvo a fijar en sus ojos autoproclamandome vencedora de este asalto.
Charlotte 1, Principe 0

*Reí por lo bajo, mientras alzaba mi mano hacia su mejilla, colocando, tras su oreja, un mechón de su cabello que caía sobre su rostro...*

-Pequeña... en qué te he mentido? Realmente no me ha gustado lo suficiente... creo que esperaba un poco más, ya que me estabas midiendo... Pero supongo que es lo máximo a lo que puede atreverse una niña mimada, con un vagabundo desconocido... Mea culpa.... no debí depositarte tantas expectativas...

*le susurré, chasqueando la lengua... detestaba que intentaran leer mi comportamiento... y cierto era que no toleraba que me trataran por mentiroso... Pero ya estaba allí... y ella no parecía fácil de persuadir... entonces debía optar por explicarme... Qué ridículo! Desde cuándo le debía alguna explicación, yo, a alguien? Sobre todo a una niñita totalmente extraña para mi, y que por encima osaba desafiarme...*

-Y si notas algo extraño en mi pulso... es porque me altera no saber hasta que punto tu presencia me irrita o me agrada... Pero creeme... empiezo a inclinarme por lo primero...

La rabia me consume hasta tal punto que noto como todo mi cuerpo tiembla, rezo por que el desconocido lo interprete con excitación.
Nadie en mi vida se había atrevido a insultarme de esa manera, y menos sabiendo mi posición social.
Estoy segura de que me ha mentido pero no parece que vaya a admitir que lo ha hecho.
Yo no tengo la culpa si mi padre es rico y noble, uno no elige donde nace pero hay dos cosas que un vagabundo no tiene: la primera modales y la segunda ropas tan finas como las de el misterioso desconocido. Lo cual deriva a que me ha mentido por segunda vez.
-Me acusas de ser una niña mimada pero tampoco ves mas allá de la ropa o la posición, no sabes nada de mi y aun así te atreves a juzgarme por mi apariencia.-
Mi voz se tiñe de seriedad y la sonrisa se borra de mis labios.
Por primera vez, se me pasa por la cabeza que tal vez mi misterioso príncipe pueda ser algo mas que un amante de una sola noche, tal vez ¿Un amigo?
Clavo mi mirada en la de el tratando de comprender el secreto que se oculta detrás de sus ojos verdes.
El silencio se apodera del lugar, solo roto por el sonido de nuestras propias respiraciones, creando una extraña sensación de intimidad.

*suspiré resignado antes sus palabras... Acaso la había lastimado? Y de ser así... por qué demonios tenía que importarme?? Y lo hacía? Maldita sea... si me importaba... aún a pesar de todo me jodia hacer sentir a alguien miserable, solo porque sí! Maldito fuera una y mil veces más...*

-Lo lamento... no debí decírtelo... no tengo idea de quién eres... ni tampoco me tiene por qué importar... Pero ten algo siempre presente... si vas a medirte con alguien y te muestras dispuesta a todo... ofenderte en lugar de devolver el golpe no es una opción...

*le dediqué una sonrisa seductora, intentando romper esa tensión en el ambiente....*

-Me gustabas más cuando me desafiabas...

Supongo que podría interpretar esto como un "empecemos de nuevo", por lo menos se estaba disculpando.
Frunzo en ceño ante sus palabras ¿Acaso creía de verdad que yo lo media? O yo había perdido mi toque o el no había entendido bien mis intenciones.
-¡Yo no te estaba midiendo! Intentaba...-
Suspiro con fuerza y me aparto el cabello del rostro.
-Olvídalo.-
Coloco bien el cuello de su camisa que se le ha descolocado y me acerco a su oído.
-Tu a mi me gustabas mas cuando no podías hablar.-
Deposito un beso justo detrás de su oreja y me separo ligeramente de el.

*Acaricié su mejilla con los nudillos, mientras mis ojos buscaban los suyos, perdiéndome en la profundidad de esos orbes enigmáticos...*

-Bueno... creo que a mi también me gustas más cuando te callas... lo mismo aún no me has hecho saber si valdría la pena volver a dejarte besarme... Por qué mejor no me dejas intentarlo a mi...?

*le susurré con una sonrisa de complicidad y sin darle tiempo a contestarme, mis labios se posaron sobre los suyos, entreabiertos... Gruñí mientras mi boca abría la suya, y mi lengua rozaba su labio inferior para luego enredarse a la suya, mientras una de mis manos la sujetaba por la nuca y la otra por la cintura... Ladeé mi rostro para profundizar en su boca, mordiendo, ligeramente su lengua mientras la aferro contra mi, para no permitirle apartarse...*

Un escalofrío recorre mi cuerpo. Su mano se desliza con tanta suavidad y dulzura y sus ojos me taladran con tanta profundidad que no puedo evitar que todo mi cuerpo tiemble.
Entonces me besa y yo ahogo un gemido en sus labios.
Nunca antes me había sentido tan deseada por un hombre.
Yo no me consideraba a mi misma como una mujer débil pero él es capaz de hacerme sentir tan delicada como el cristal.
La oleada de sentimientos nuevos me hace sentir febril y mareada.
Sus manos me aprietan contra sí mismo como si tuviera miedo de que fuera a escaparme.
Rodeo su cuello con mis manos y comienzo a devolverle el beso con urgencia, dejando de lado las rencillas infantiles e imprimiendo un cierto matiz de necesidad.
Su lengua acariciando cada parte de mi boca, sus labios deslizándose sobre los míos, haciendo que nuestros alientos se mezclaran.
Por primera vez en mi vida, no me importaría que un hombre me alzara en brazos, que me depositara en un lecho y que me desnudara con suavidad y ternura. Tal vez fuera el hecho de que había venido aquí a la tumba de mi madre pero el caso es que quiero que me conforten, quiero que ÉL me conforte.
Pego aun mas nuestros cuerpos, hasta que siento el frenético latir de nuestros corazones y acaricio con suavidad su rostro.
Si de algo estoy segura es de que no me importaría que mi misterioso desconocido me tomara.

*Todo mi ser se caldeaba, mientras nuestras lenguas se enredaban en aquel frenesí desbordado... Sí... me gustaba... mucho más de lo que estaba dispuesto a admitirle... Conseguía que cada fibra de la bestia que moraba en mi crepitara... Recordaba mi promesa anterior... pero lejos de sentirme inseguro, estaba totalmente seguro de que ella no tomaría mucho más de mi... Contrario a lo que indicaban su linaje y su cuna, ella no estaba buscando ser amada y honrada... ella era como una ráfaga violenta... de esas que te azotaban y te devastaban de tal manera que al levantarte siempre debías quedarte sostenido hasta poder caminar... era salvaje e imprudente... Totalmente útil para que lo buscaba ahora... un rato de diversión que me ayudara a apagar las necesidades de mi cuerpo... sin tener que mentirle sobre ningún sentimiento al día siguiente...
Mientras mi lengua inspecciona, cada milímetro de su paladar, nuestros dientes castañean mutuamente... mis manos se ciñen a sus nalgas, alzándola para ayudarla a enredar sus piernas en mis caderas y acorralándola contra un árbol cercano, mientras toda la virilidad de la bestia, recrudece en mi, poniéndome duro como una roca, mientras la presiono contra aquel tronco... ladeando el rostro para profundizar nuestro beso... ansioso por probar mucho más de ella...*