*Regreso a NeoVerona* [Benvolio+El que guste participar] (Rated M +16)

*Años habían pasado, ya, desde la última vez que había pisado esta ciudad... este pueblo condenado... Caminé atravesando la vanagloriosa entrada que anunciaba la bienvenida a estas tierras... al mismisímo infierno... Me perturbaba tanto haber dejado mi clan... mi familia... Pero ene ste lugar se hallaba todo lo que anhelaba, todo lo que necesitaba... aquello que me brindaba un propósito para aferrarme a mi vida con todas mis fuerzas... Me tensé de pronto cuando percibí la presencia de Lycans cerca... si había algo en este mundo que me resultaba despreciable, eran esos perros sarnosos y su manera irracional de concebir la vida... tan ignorantes... tan salvajes... algo que me era tan ajeno... Pero eso no importaba en ese momento... en esa cálida noche que caía sobre Neoverona, bañando todo de tinieblas,con la luna llena refulgiendo en el epicentro del firmamento... Como enemigos eran fuertes... lo suficiente conmo para que debiera mantenerme en guardia... y pedir refuerzos de considerarlo necesario... Me giré 180° cuando percibí la presencia inconfundible de uno de ellos, aproximarse a mi por la espalda, enseñando mis colmillosa filados y en el mismo acto de girar, desenvainando mi espada, apuntándola hacia la entrepierna del lobo...*
-Quieto ahí, perro... un jaloncito de mi muñeca y acabaras comiendo Kosher y visitando la sinagoga...
*le dije con la voz gutural, clavando mis ojos en los suyos, con la rabia encendida... pues cuando un licántropo se acercaba a un vampiro por la espalda, nunca podía ser para nada bueno... lo había aprendido de la peor manera posible...*

*Resoplé el escucharlo... Tan típico de su estirpe era soltar esoscomentarios de Macho Alfa... Pero iba siendo hora de enseñarle que habúa vuelto Omegas a muchos de los suyos... Bajé mi arma, mirándolo de arriba a abajo, mordiéndome el labio... Bien... debía reconocerlo... sería un buen ejemplar si en sus venas no corriera esa sangre contaminada...*
- Aquí nadie preguntó lo que querías... *le musité examinándolo de arriba a abajo, reconociendo una esencia tan familiar en él...* Apestas a una esencia que detesto... y tu compañerito de juegos está en más peligro por momentos... *sin volver a desenvainar mi arma, sencillamente, con un movimiento ágil, liberé un ovillo de hilo metálico de mi bolsillo, sujetandolo con cada mano, por sus dos extremos... y en un único giro, pasé el alambe por su cuello, presionando su manzana de Adán con él...* que relación tienes con Montesco... *le gruño, alzándome de puntillas por su espalda, para quedar medianamente a su altura y hablarle al oido...*

*Me mordí el labio con una ligera sonrisa, curvándose en mi mejilla izquierda... Lo sentía jadear y por un momento, el tenerlo sometido, me despertó una motivación, casi impostegable... Por alguna enfermiza razón... algo no funcionaba del todo bien en mi cabeza... nunca lo había hecho, en realidad... Pero ese deseo casi tangible de clavar mis colmillos en su carótida e intoxicarme de su sangre, hasta que cayera de rodillas, era implacable... Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol mientras él terminaba de hablar... No alcanzab a entender el alcance de sus palabras... No estaba segura si es que realmente, me estaba comentando algo complicado o sin mucho sentido... o simplemente estaba cegada por mi propia sed de su sangre, que no podía hilvanar un solo pensamiento coherente... el fino hilo de sangre que escurría su garganta, simplemente me estaba desquiciando... Algo en mi cabeza, crepitaba y crujia, como si algún roedor me estuviera carcomiendo el cráneo... La vista se me nublaba y se me estaba volviendo bastante dificil pensar... Eso no podía ser bueno... siempre debía mantener la cabeza sobre el cuello, cuando estaba cerca de mi enemigo... y aún así, él no parecía una amenaza... una criatura brutal, como todos los ejemplares de su especie, que había conocido...
De pronto lo vi mover su mano para empuñar una daga y repentinamente dirigir el filo de ella hacia mi... Bien... definitivamente no era muy inteligente lo que estaba haciendo... Acaso habría reparado en que podía decapitarlo sin ningún remordimiento? Estábamos solos allí... en la quietud de las tinieblas... el único testigo era la luna en la inmensidad de esa noche... ni siquiera las estrellas bailarían en el cielo para glorificar su muerte... Sin embargo súbitamente soltó su arma... quedó completamente expuesto... prácticamente entregado a mi... Algo en mi interior se etremeció... podría haber sido escalofriante... pero ciertamente era demasiado cínica... la sensación del predador de tener sometida a su presa a su voluntad era tan satisfactoria... era inevitable que me excitara de esa manera... hacia vibrar mi cuerpo y arder mi sangre... aumentaba mi sed y mi necesidad... Maldita fuera yo mil veces! Por qué era tan fácil desconcentrarme así?... Rugí retrayendo mis colmillos, para evitar pensar en esa sensación, para intentar apartar el olor de su sangre de mis sentidos agudizados... Mis pupilas debían estar brutalmente dlatadas... lo sabía... siempre sucedía antes de la alimentación... crecían como mi propio deseo...
Lo solté casi rogando que se apartara, mientras lo miraba con la respiración acelerada, con la luna refulgiendo en mis ojos, como un único punto de claridad, evidenciando el deseo implacable del que estaba siendo presa... Mi piel ardía igual que mi sangre... Pero la sed de venganza era todavía más fuerte que cualquier sentimiento o necesidad... No importaba cuanto estuviera ardiendo por él... por beber de su néctar vital, hasta sentirlo jadeante en dulce agonía... Eso era totalmente secundario... Mi fin para con él era demasiado distinto... Montesco me había quitado lo más importante de mi vida... mi familia... y yo le pagaría con la misma moneda... haría caer el peso de la ley del Talión, sobre sus hombros... aguardando que lo partiera al medio como el filo de una guillotina... Y esta ocasión... podía ser irrepetible... él así como se veía... podía ser un arma de destrucción absoluta, eficaz a mis fines... Pero tenía que saber como usarla...
Le sonreí, aún agitada, posando mi dedo índice sobre su pecho, mientras mis ojos se clavaban en los suyos...*
-Interesante.... Qué quieres decir con eso? *le cuestioné, profundamente interesada, en respuesta a su contestación respecto de su vínculo con los Montesco...* Acaso no eres uno de sus fieles vasallos?

*Ronroneé audiblemente cuando sentí el roce de su piel en mi mejilla... su aliento resbalaba en mi piel, erizándola por completo... algo en mi estómago se contrajo, al tiempo que me estremecía, cuando sus ojos se clavaron en los mios... No podía evitar preguntarme, cómo sabría su sangre... Oía sus palabras y no daba crédito a ellas...*
-No te he personado nada aún... lobo... solo me gusta jugar con mi presa... *le sonreí seductoramente, mientras lo empujaba contra una pared, encerrando su cuerpo entre mi pecho y el muro... Lo sabía.. él debía ser delicioso.... todo en él lo gritaba... aunque fuera una bestia salvaje, aunque fuera la clase de criaturas que odiaba, se había rendido a mi... ni siquiera había intentado lastimarme... no recordaba cuando había sido la última vez que alguien ajeno a mi familia o mi clan, se habían comportado así conmigo... todos... siempre habían llegado en busca de algo... todos siempre habían atacado yt herido hasta pretender que habían acabado conmigo... pero nunca había sido así... Estaba absorta en la intrínseca ternura que reflejaban sus actos... Pero qué demonios? En qué momento cualquier cosa relativa a los lycans podía tener algo que ver con la palabra ternura?... Él definitivamente era extraño... o estaba loco... Tendría rabía o la parvo....?*
-Qué está mal contigo? *le susurré, poniéndome de puntillas, mientras enterraba mi rostro en su cuello... pero sabía que la pregunta estaba equivocada... En realidad en mi era en quien algo estaba andando mal... muy mal, de hecho... pero no podía evitarlo... el aroma de su sangre ya se había colado por todos mis sentidos... ya había socavado lo más profundo de mi ser... ya no había retorno... odiaba tanto esa parte de mi a veces... esa criatura que clamaba por una sed impostergable... una necesidad acusiante y enloquecedora... y ahora mismo... la sangre de ese lobo, se había vuelto lo único en que podía pensar... Mis colmillos volvieron a crecer... apenas arañaban la piel de su cuello, mientras yo enterraba una de mi manos en su cabello, a la altura de su nunca, y mantenía mi otra mano sobre su pecho, sintiendo como su corazón se agitaba... Eso solo provocó que mi deseo creciera...*
-Acaso tienes miedo? *le susurré pasando ligeramente mi lengua por donde antes había pasado mis colmillos...* no te haré daño... *le dije intentando tranquilizarlo...* pero si me quieres pagar por dejarte con vida... solo necesito una cosa... *respondí alzando mis ojos hacia él...* Cuál es tu nombre..? *le pregunté antes siquiera de pararme a pensar o poder detenerme... tan insufrible era el efecto devastador que estaba teniendo sobre mi, que ni siquiera podía controlar las palabras que salían de mis labios... pero era tan cierto como que deseaba probar el elíxir que circulaba por sus venas, que quería saber su nombre con mucha más curiosidad de la que el cazador tiene sobre su víctima*

*Era inútil... el férreo control que mantenía sobre esa parte más primitiva de mi, estaba completamente quebrado... con él era imposible tener algún tipo de autocontrol... aún cuando la lógica y la historia, e incluso el instinto de supervivencia, indicaban que debiamos estar allí mismo matándonos, solo se palpaba una especie de tensión sexual no resuelta, latente... Era evidente... yo me conocía como nadie... conocía las reacciones de mi cuerpo, como nmis sentidos se alborotaban y mi sangre comenzaba afluir con más rapidez... cada vello en mi cuerpo se erizaba con cada una de sus palabras... él estaba entregado a mi, como segundos antes había estado entregado a la muerte... como cual fiel devoto se rinde a la Diosa... en total plenitud... Por alguna razón, cuando me rodeo con esos brazos poderosos algo en mi se quebró como un fino cristal... se hizo añicos... de alguna extraña manera, podía vislumbrar su bondad a través de cada uno de sus actos... y una parte de mi se sintió ligeramente culpable, por los planes que tenía con él... pero solo fue unos segundos... yo era una criatura implacable... jamás me rendiría a un sentimiento tan mundano como la ternura o el afecto, en desvirtud de los planes que me habían traido de regreso a esta tierra maldita... Pero ahora mismo eso me resultaba tan secundario... luego podría aspirar a que el odio y la hostilidad regresaran... ahora mismo, solo me interesaba rendirme por completo a él... tomar de él aquello que estaba tan necesitada por tener... Lo abracé también rodeando su cintura con uno de mis brazos y su cuello con el otro... me estaba derritiendo por él... hacia tanto que no deseaba a un hombre así... y no podía comprender como un lycan podía estar haciendo eso conmigo... era tan antinatural... estaba tan equivocado... pero no se sentía así... entre sus brazos, se sentía como una pequeña porción del paraíso... aunque bien podría ser el infierno mismo... Un leve gemido nació en mi pecho y murió en mi garganta, mientras mis labios entreabiertos, recorrían su cuello, en busca de su vena, palpitante... Sonreí al oirlo decirme su nombre, mientras presionaba mi cuerpo, más y más contra el suyo...*
-No tienes nombre de perro... *le susurré apartándome de su vena y clavando mis ojos en los suyos, mientras liberaba mi mano de su nuca para acariciar sus labios con el pulgar...* yo soy Fiena... no creo que te importe, pero no me gusta estar dispar con nadie... *sonreí de lado, para bajar son mis dedos por su yugular...* si me dejas probar un poco de tu sangre quizás quedemos a mano por lo de dejarte con vida, a pesar de tu relación con ese hombre... *le musité juguetona, como solía ser con mis propios "hermanos" y colegas* Se nota que eres noble, Benvolio... eres muy bueno con las palabras... pero dime...*mi mano descendió por su pecho, arañándolo con suavidad, bajó por su vientre hasta su ingle, desviándose hacia su sexo y apretándolo ligeramente en una sutil caricia* será que tienes la misma habilidad para otras cosas, también? *le guiñé un ojo con complicidad, mientras mis labios regresaban hacia su cuello y mis colmillos ascendían por su piel, hasta su oído, dejándole una suave mordida en el lóbulo...*

El joven lobo no comprendía si era la luna lo que le alteraba tanto. No, bien sabia que no. Ya había aprendido el efecto dado por la luna en su raza. Lo que nublaba su visión, llenándolo de estasis y deseo era la hermosa vampiresa. Cual tenía en sus brazos. Decir que hace momentos, estuvo a punto de quitarle su cabeza de lugar. Pero ahora, la sentía tan calidad, suave. Con sus manos acaricio sus costados, pensando cómo se vería desnuda… y siguiendo la línea de pensamientos, ¿cual seria el gusto de esa hermosa y bronceada piel?. Ni intento alejar dichos pensamientos .Eso era algo que internamente lo alarmaba. Normalmente solía ser precavido, “sabio” Como consejero y conciencia de su mejor amigo.

El licántropo ya no tenía dominio de sí, ese dominio lo tenía ella. Aunque orgulloso y arrogante, el lobo se había rendido ante la vampiresa. Tenerla tan pegada a su cuerpo multiplicaban en gran manera el numero de sus latidos. Cada uno de sus sentidos estaba enfocado en ella.
De hecho la excitación que necesitaba más concentración de la que creía que tenía para controlar sus poderes e instintos, los cuales deseaban convertirse en un lobo completamente sediento de ella. Si parecía un perro en celos.
Controlar sus poderes, le era tarea mas que difícil. De hecho sus rasgos ya estaban un poco cambiados dándole apariencia más lobuna. Aflojo un poco el agarre de sus manos en ella con el fin de no lastimarla con sus garras. El no pudo evitar sonreír con suficiencia cuando sintió los brazos de ella alrededor de su cadera. Pegándose más contra su propio cuerpo.
Bien sin duda alguna el estaba completamente en llamas, mas esa parte suya la cual presionaba en el vientre de la hermosa vampiresa. La cual estaba completamente dura y dolida por sentirse dentro de ella.
Jadeante Benvolio siseo su cabeza mientras sentía a ella jugueteando en su cuello. Antes de hablar se quedo callado mientras sintió que le acariciaba ambos labios con el pulgar. No pudo evitar su propio instinto, y darle una mordida muy suave en yema de dicho pulgar. Cuando oyó su nombre lo repitió varias veces en su mente. No pretendía olvidalo ya que era pésimo con los nombres. Pero estaba seguro olvidar algo de ella le seria tarea imposible.
Simplemente asintió cuando dijo de probar la sangre del lobo. No sentía miedo. De hecho había perdido el miedo a la muerte hace algún tiempo-Bebe hasta que te satisfagas hermosa Fiena- Susurro mientras acariciaba su espalda.
-Lo agradezco aunque, no si lo soy o no, solo trato de encajar con eso que le llaman “nobleza”-Dijo con una mueca de disgusto; ya que odiaba la falsedad de dicha clase, pocos eran los que en realidad eran nobles, y estaba seguro que no hacía falta de titulo para ser en realidad alguien noble. Siseó al sentir el pulgar de ella pasar por su yugular. Para luego gruñir a voz audible al sentir la mano descender por su pecho arañándolo. Respuesta que al acto, el lobo le araño suavemente la espalda de la vampiresa y cuando sintió su mano tocar la entrepierna del lobo. Cerró los ojos a la vez que su sexo dio un respingo ante el toque de ella.
-Eso lo puedes averiguar-Cerro los ojos murmurando lleno de placer. Disfrutando en gran manera cada una de las acciones de la hermosa vampiresa. Seguramente ello le dejaría muchas marcas, aunque no le molestaba, de hecho le gustaba la idea de tener eso como recuerdo de ella.

*Lo miré de soslayo, posando mi mejilla en su hombro... Veía sus facciones cambiar de a poco... pero lejos de quitarle belleza... cada uno de sus rasgos lobunos, le conferían una belleza salvaje... Presioné ligeramente mi sujeción en su miembro... podía sentirlo reaccionar tal y como mi propio cuerpo estaba respondiendo... Sí... iba a disfrutar esto...*
-Tranquilo... no te dolerá... *le susurré, mientras dejaba que mis colmillos se alargaran... así como él era incentivado por la luna, yo lo era por la sangre... No eran solo mis caninos que se alargaban y afilaban... mi piel empalidecia... las comisuras de mis labios se rasgaban, igual que la unión de mis párpados... el iris de mis orbes, se aclaraba, las pupilas se dilataban y allí dónde debían ser blancos, se inyectaban de sangre... Esa era la forma básica y primitiva de un vampiro... Y al final del día, solo me dejaba con un interrogante... Quién era yo para juzgar a las bestias como él, si mi propio instinto era primitivo y salvaje? Yo era una bestia, también... pero aún así... nunca existiría punto de comparación... había mucha más humanidad en mi que en él... por muy implacable que fuera, conocía la misericordia para con los inocentes... y aún tras esa máscara de aparente bondad, no confiaría en su hechizo... no me dejaría encantar por lo que probablemente fuera una trampa... Y aunque tenía ese pensamiento fijo en mi mente, no podía pensar en hacerle daño... maldita fuera... pero así era... por alguna razón quería cuidarlo de mi...
Lentamente fui acercando mis colmillos hacia su yugular, al tiempo que mi mano subía por su ingle, hacia la cinturilla de sus pantalones... Apenas presioné el filo de mis caninos en él... una gota de su sangre se deslizó hacia mi lengua, haciéndome gemir de satisfacción... mis dedos resbalaron por la piel de su bajo vientre, entrometiéndose entre las telas que cubrían la parte más íntima de su cuerpo... entonces la palma de mi mano se ahuecó para acunarlo... sonreí internamente mientras lo acariciaba en toda su extensión... se sentía cálido y húmedo entre mis dedos y no pude evitar gruñir de placer por sentirlo tan duro y grande contra mi, mientras mis colmillos se hincaban en su carne con más necesidad y rigor... el sabor de su sangre era un elixir celestial... era simplemente lo más maravilloso que había probado en mi vida... Pensaba que nunca podría saciarme de él... era simplemente perfecto... todos los lycan sabrían igual? no me interesaba averiguarlo... solo su sangre emanaba ese aroma que podía hacerme perder la cabeza de un segundo a otro... lo sabía... había herido a muchos de los suyos como para reconocer una esencia única y sublime como la que él poseía... Era incapaz de separarme de él... y exactamente la misma satisfacción que me daba al brindarme el néctar de su vida, yo se lo quería recompensar con aquello que más gratificaba a los hombres... el placer carnal... el deshacerse bajo las cálidas caricias de una mujer... lo sabía bien... había aprendido de la mejor manera a complacer a los hombres... a brindarme sin reservas... y él entonces.. no sería simplemente mi víctima o mi alimento... no sería solo una ficha que debía mover estratégicamente para llegar a Montesco ni un pre calentamiento para brindarme a la Diosa... Sería un alma empática con la que siempre tendría gratitud... Aunque no la suficiente como para permitirle interferir en mis planes...*

Benvolio volvió a llenar sus pulmones de aire, ya que su respiración desigual y acerada, hacían que su aire y aliento se agotaran mucho más rápido de lo normal. ¿Sería normal que una vampiresa, de bellos ojos verdes tuviera tanto poder en él?. Por dentro sabía simplemente que no lo era, pero estar con ella le decía lo contrario.

El joven lobo no pudo reprimir un gruñido, provocado por la intensidad del toque de la Vampiresa en su miembro.
-Está bien hermosa-Susurro, inclinando su cabeza, deleitándose del seductor y bello aroma de Fienna. Sin dejar de mantenerla aferrada a su cuerpo. Notando como la piel de la vampiresa cambiaba, de ese color bronce, por el cual estaba completamente loco; a un tono más muerto. Levantando un poco su vista para mirarla a los ojos. Cueles habían cambiado dilatando las pupilas, e inyectádose de sangre. Y para finalizar sus blancos, afilados y brillantes colmillos. Se veía como una depredadora implacable, aunque aun así se veía hermosa y sensual. Maldijo internamente, dado mi falta de adjetivada para describirla. Peligrosa sensual.

Tragó saliva, al sentir los colmillos de ella presionando su cuello. Lo cual hizo pasar un fuerte escalofrió por la espalda. ¿Cuánto más soportaría antes de arrancarle las vestiduras a la Vampiresa? Probablemente poco…
Benvolio apretó sus dientes mientras sentía como los bellos de su vientre se erizaban, dado a la suave y caliente caricia de de ella. Cuando ella ahueco en su mano el miembro del lobo para acariciarlo. Definitivamente esa vocecilla en su cabeza que le decía lo que estaba bien o no desapareció. Cosquilleos recorrieron desde su cuello hasta lo largo de su espina dorsal, por tan solo el roce de esos filosos colmillos acariciarle el cuello. El cerró los ojos disfrutando de ello. Cuando ella lo mordió, haciendo que esos colmillos atravesaran su propio cuello. Miles de escalofríos y cosquilleos recorrieron todo su cuerpo. Mientras sentía como su sangre fluía siendo bebida por ella.
El licans aulló fuerte. Disfrutando más de lo que debía ser drenado por ella. Era una bestia… la cual pensaba que nunca aullaría a otra cosa que no sea su diosa, la luna.
Benvolio, aun con su respiración desigual y aliento caliente, le dio una lamida con la punta de su lengua a lo largo de la oreja de ella comenzando de su lóbulo. Las manos de el, que estaba agarrado firmes a la cadera de ella. Las bajo un poco acariciando el trasero de ella, y luego las subió por la espalda de la vampiresa; metiéndola por debajo de su blusa disfrutando cada milímetro de esa piel.

*Mi pecho se oprimió, ahogando un gemido, que broto de mi garganta como una súplica... Su cuerpo se estremecía haciendo que mi sangre ardiera con más ímpetu... El roce de su lengua en mi lóbulo, enviaba impulsos lascivos por todo mi cuerpo, estallando en la parte más baja de mi estómago... Sabía lo que Benvolio quería... y yo estaba deseando lo mismo de él en aquel instante... Había dejado de importarme, de quién se trataba... había dejado de pensar en su utilidad para mi... solo por un momento quería deleitarme con la rigidez de cada centímetro de su cuerpo esbelto... Apenas mis colmillos de desprendieron de su piel... arañé con su filo, el costado de su cuello, presionando mi sujeción en su erección... lo acunaba en toda su extensión, de una manera magistral... subiendo y bajando en él, con mis dedos... entonces, cada vez que me encontraba con su saco, mis uñas lo rasguñaban sutilmente, envíandole punzadas de placer muy ligeras... Lo sentía contorsionarse bajo mi cuerpo, haciendo que me amoldara a él, a la forma de sus brazos y su pecho... realmente no debía estar en mis cabales... Pero... ¿Cuándo lo había estado? Siempre había actuado según me habían dictado mis impulsos... y no permitiría que fuera de otra manera... Estaba completamente desinhibida con él... me había saciado de su sangre hasta la locura misma... y ahora... ahora solo quería sentirlo saciado a él... conseguir que jamás se librara de mi... sentirlo correrse mientras lo masturbaba sin tregua... Y yo no era de las que se detenían hasta haber logrado su objetivo... Alcé mi rostro, mordisqueando su barbilla, mientras mi mano libre, reptaba por su pecho, desabotonando su chaqueta... en medio de un paraje deshabitado como aquel, en medio de la noche, nadie podía aparecer... y si aparecía... seguramente no se quedaría de mirón... ¿O sí? Tampoco es que me importara... Sin embargo satisfacer a Benvolio, sí... era algo que urgía de mi... como si realmente sintiera que le debía algo... o cómo si de verdad necesitara demostrarme a mi misma que podía darle todo lo que él quería... No solo se había vuelto una necesidad... era un desafío... con él y conmigo misma...
Gemí de placer por cada una de sus expresiones... por todo lo que gritaba su lenguaje corporal, haciendo las palabras innecesarias entre nosotros... Mi mano recorría su pecho con las uñas... y mis labios siguieron su camino... descendí con mis colmillos por su cuello y su pecho, desviándome hacia un lado, para recorrer su pezón con mi lengua y mordisquearlo, luego. Él ardía tanto como yo misma... y a pesar de que me fascinaba tenerlo a mi merced... bajo mi completo control, algo en mi se preguntaba, porqué un animal salvaje cómo él, no tomaba las riendas y se entregaba a mi con tanta facilidad...