Un dia agradable ( Libre)

Era sin duda un dia agradable, habia estado corriendo por el campo unos cuantos minutos para ejercitarme, me encontraba muy cansado, asi que decidi ir a un arbol gigantesco que se encontraba en el medio de la pradera.

(Llega al arbol, se recuesta sobre la hierba usando sus brazos como almohada)

No existia ninguna sensacion comparada al sentimiento de tomar una pequeña siesta despues de ejercitarte, era algo muy relajante.

El trinar de los pajarillos alimentaban mi sueño sumandole tambien la suave y fresca brisa que besaba mi piel y movia las hojas de los arboles al compas del viento, adoraba eso, tan solo de pensar que un insignificante humano podia entrar en contacto con la naturaleza de esa manera.

- Creo que esta vez me exedi un poco... - Dije para mi mismo.

Mi corazon se encontraba agitado aun, pero mis latidos desesperados hiban desapareciendo gracias al silencio y la tranquilidad del lugar, surgiendo como consecuencia la necesidad de tomar un poco de agua, así que me levante y decidi buscar alguna fuente de ese liquido vital....

-Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere.....
Aburríame en demasía mientras deshojaba una margarita que había dejado una pequeña niña que corría de un lado a otro junto con su amigas; aquella parte del pueblo se veía tan prospera, tan indulgente y tranquila que hacía que a uno erizársele los vellos de los brazos. Para aquellos que habían visto las dos caras de la moneda y era capaz de compararlas sin siquiera sentir una ligera conmoción. Dejé caer la flor y me puse en pie estaba claro que no encontraría a Sir. Lucifer en aquel lugar pero también había preguntado a los pueblerinos y parecían no haberlo visto.
-Es de menester que os agradezca por todos los servicios, Emiliano.
-No seáis tan humilde maese Alessandro, ha usted de saber que mí lealtad es con vuestra merced de modo que puede asegurar por siempre mi servicio hasta que la vida ésta me decida escapárseme del cuerpo.
Íbamos ambos, noble y mozo, caminando por el campo con intención de alejar un poco de nosotros cualquier vestigio de pendencias antiguas y penurias presentes. Siempre había ansiado pasar tiempo de calidad con él pero en realidad, con todo lo que sucediese desde que llegase a NeoVerona, no había tenido tiempo ni para escribirle una carta a mi esposa.... y ... Mis ojos se maravillaron de súbito ante la presencia de un joven castaño salvajemente sudados.
-Maese ¿se encuentra bien?

No pude evitar ponerme en guardia... estaba tan sumido en la busqueda desesperada de agua que no me percate de la llegada de aquel joven...

-Perdonaa... andaba un poco distraido...

No sabia quien era.. pero de alguna forma me brindaba mucha confianza... era algo completamente inexplicable... como si lo conociera desde hace mucho tiempo.

- Estoy bien.. solo ando un poco sediento...

Aun que me pareciera familiar era alguien completamente desconocido para asi que decidi guardar la distancia un poco... de ser algun Lycan o Vampiro hambriento seguro que no salia de esta...

- Tengo que seguir con mi camino asi que si me disculpas...-

Di un paso al frente pero mi cuerpo no resistia mas y no pude evitar caer de rodillas sobre la hierba..

En cuanto estuvimos lo suficientemente cerca de aquel joven pudimos notar a simple vista que había estado haciendo algún esfuerzo físico y se veía bastante cansado. Díjome Emiliano que tuviese cuidado pues había visto aquí que la gente era necesitaba y asaltaba a cualquiera en su camino por poder comprar unos cuantos panes pero a mi no me parecía que este chico fuera de esa calaña. Hice un gesto a Emiliano para que hiciera silencio un momento y me adelanté dos pasos para encarar al ya mencionado, inspeccionándole con la mirada.
-Tal parece ser que vuestra merced se encuentra cansado. ¿Necesita algo?- pregunté a lo cual recibí pronta respuesta.
Estaba a punto de ofrecerle al joven algo de agua, pues como mi mozo Emiliano estaba en obligación de llevar consigo cantimplora, por si sed me daba poder saciarla rápidamente. Tal parecía que aquel no estaba precisamente en forma por lo que tan solo con un movimiento de cabeza de mi parte el pelirrojo entendió que debía ayudar a quien abatido se encontraba, yo como todo buen y honrado noble -y por más que tuviera toda intención de ayudar- no había de atender a ese tipo de menesteres puesto que no me criaron para tales acciones.
-Puede vuestra merced servirse del mozo Emiliano que está a mi cargo, trae con él una cantimplora por si gusta y también una bolsa con frutas por si os apetece comer que para mí no es de menester en éste momento.

Aceptar dicha propuesta seguro estaba fuera de mis principios, pero... a que se debía tanta amabilidad?, era obvio que era un noble, su forma de expresarse y su forma de vestir, sin duda prendas de la mas alta calidad...
Por lo general la nobleza de Neoverona era arrogante con la gente del pueblo, pero esta persona no era así su sonrisa era tan sincera que irradiaba una gran atmósfera...

Por fin mi cansancio venció a mi orgullo y decidí aceptar la oferta de aquel joven...

- Tal vez... un poco de agua... si no es mucha molestia... - dije un poco apenado

La persona a la que el llamaba Emiliano rápidamente me extendió la cantimplora y yo la tome sin pensarlo dos veces...

Bebí como un desquiciado, como si mi vida dependiese de ello y supongo que así era.
Una vez bebida hasta la ultima gota suspire y dije:

-Muchas gracias, en verdad que estaba sediento...Mi nombre es Hanson... ¿puedo saber cual es tu nombre?

Emiliano quedóle viendo aún con desconfianza pero terminó por resoplar y disponerse a auxiliar al castaño. Suspiré, repitiéndome varias veces que era importante ser más como los demás y menos como mi padre, Duque de NeoTrento, me había enseñado los primeros años de mi vida. No es que no quisiera ayudar o que en todo caso sintiera aberración por las personas que vivían en el pueblo, de hecho muchas veces les daba comida y bebida cuando los guardias no miraban, incluso ropa y dinero puesto que aquello era algo que me sobraba; es que temía ser demasiado torpe, simplemente me habían criado para ser servido y no para servir. NeoTrento era la provincia más democrática de toda Italia por lo que no era demasiado raro que yo, Alessandro Clemente Bellomo Grimaldi, fuera un noble quizás demasiado "humilde" en comparación a aquellos narices respingadas que llenaban las calles de NeoVerona. Me perdí tanto tiempos en mis pensamientos que antes de darme cuenta ya el muchacho había terminado con la cantimplora y Emiliano tenía un gesto de horror dibujado en el rostro.
-Honra para mí al conocer a vuestra merced en estas curiosas circustancias, Hanson. Yo soy Alessandro Bellomo, descendiente de la más pura casta Grimaldi y futuro Duque de la provincia de NeoTrento. Espero no le importe si os pregunto que hacíais para quedar en tal estado.

- Antes que nada, discúlpeme... por abusar de la confianza... Sé que dije un poco pero en verdad me moría de sed-
Me encontraba muy apenado, mi madre siempre me dijo que nunca olvidara los modales, pero en verdad sentí que desfallecía.
Un momento... no podía creer lo que escuchaba, estaba frente a la mas alta Nobleza de Neotrento... ¿o acaso había oído mal?
- ¿Fu..futuro.. duque?
Ni en mis mas profundos pensamientos me espere que aquel joven vestido tan elegantemente fuera el sucesor al trono de la provincia vecina, sabia que era alguien importante pero el mismísimo hijo de la actual duquesa, no estaba enterado de la política de aquel lugar, pero estaba seguro de que Neotrento era gobernado por una mujer y que era una de las provincias mas prosperas... pero no me esperaba que el seria un duque...eso era imposible... y de ser cierto... tendría que comportarme de la mejor manera, en verdad no quería faltar le al respeto a un Noble tan importante, algo así seria motivos para que una guerra entre NeoVerona y NeoTrento estallara.
Tenia que ser muy cuidadoso en mis actos...

- Claro que no me importa... En realidad estaba ejercitándome pero supongo que me exedi demasiado...

Me encontraba completamente empapado de sudor y mis ropas estaban muy sucias.

-Lamento que este en estas fachas, pero en verdad nunca creí que me encontraría frente al siguiente duque de NeoTrento...
A quien quería engañar como si en verdad tuviera ropa mas fina que la que llevaba puesta.

-Maese Alessandro, esto es inaudito- díjome el indignado Emiliano a lo cual volteé el rostro levemente en un intento de que aquellos dos no notaran mi gesto.
Intente contener la risa prensando los labios, realmente no deseaba que me malinterpretaran. Conociendo a mi coqueto e inusual pelirrojo y por lógica deductiva, ambos pensarían que estaba burlándome del mayor, cuando en realidad reía de la actitud de mi mozo. Por segundos dejé de respirar y eso ayudó a mi causa, miré a mi mozo con reproche.
-Anda, que tampoco ha hecho nada malo, recuerda cuando padre era dictador y madre no le decía nada.
-Oh, maese Alessandro, no siga por favor. Se lo imploro por lo que vuestra merced más desee, ambos sabemos lo que sigue a eso y ha de ser un territorio en que no deseo entrar. Sir Hanson: disculpad mi osadía había olvidado lo que era tener necesidad de agua y comida- territorio vetado, respondí en mi mente; cuando, con apenas diez años, fui raptado por aquellos sucios bribones y bueno, eso no tenía importancia de momento...
-No entiendo qué os sorprende. ¿No puede uno alejarse de las preocupaciones por una temporada?... Con respecto a vuestras fachas: no tenéis de qué preocuparos, sé muy bien que el momento no es propicio y que no todos son favorecidos por la vida con el don de poseer mucho dinero y ropas de sobra.
NeoTrento, se llamaba ahora puesto que antes fuere sólo una provincia dictadora más. NeoTrento, desde que yo había vuelto a la vida; desde que padre diose cuenta que aquello que hacía con el poder que habíale concebido madre lo usaba de mala forma; desde que madre y padre comenzaron a convivir prósperamente, producto de un trauma causado por mi rapto. Suspiré y miré al cielo. Estaba cansado pero debía continuar.

Era un noble, sin lugar a dudas, pero había algo muy familiar en el, como si el supiera el tipo de vida que llevaba un pobre hombre como yo... Sin embargo, solo a un Noble se le habría ocurrido decir que ser un Noble era un bendición... Nobles... aquellas personas que vivían sin preocupaciones, gozando de manjares, vistiendo las mas finas prendas cocidas de las mas finas telas... ellos no tenían que pasar las inclemencias del tiempo ya que sus casas eran tan grandes que tan solo en sus salas tendrían cabida para al menos 500 personas... yo había sido un noble, hasta que mi madre se vio en la necesidad de vender todos nuestros bienes para poder pagar sus gastos médicos... pero sin duda y a pesar de todas las cosas materiales con las que un Noble contaba nunca encontrarían la verdadera felicidad... eso era lo que yo creía...

- Y sepa usted que aunque me hubiese preparado para la ocasión me habría encontrado en las mismas fachas, aun que tal ves un poco mas limpio...

Lo que había dicho sin duda me había incomodado, a mi parecer la pobreza era la mayor bendición que el destino me pudo haber dado... Estaba agradecido con el, pero después de todo era un Noble y no entendía y ni trataba de entender la vida de los pobres...

Ahora que revisaba cuidadosamente mis palabras, quizás había sido un poco ofensivo mi comentario pero ya no había nada que hacer al respecto, como decía madre: No aclares que oscureces; y muy bien dicha estaba aquella oración pues de razón no carecía; siempre que uno intentaba solventar un problema intentando explayarse terminaba peor. De modo que decidí tan solo disculparme.
-Me es de menester disculparme, siendo que acabo de notar la poca educación en mi anterior comentario. Espero que acepte usted estas disculpas de buen grado y podamos tener una prospera amistad de ahora en adelante- respondí sonriente, casi de forma cariñosa.
Miré a mi al rededor, notando el pasto verde y el sol radiante, la brisa acariciaba nuestros cabellos delicadamente y hacía que hondearan cual bandera. Me moví unos cuantos pasos bordeando a Hanson, escudriñando cada centímetro de piel. Esperaba que él no se tomara aquello como una falta de respeto pero es que realmente no importaba cuán sucio o mal vestido estuviera, no dejaba de ser una vista atractiva. Entonces me detuve en seco, quedóse de espaldas a mi unos segundos antes de que yo diera media vuelta y me aproximara al árbol más cercano.
-He de sentarme si no es molestia, me gustaría hablar más abiertamente con usted si no lo es tampoco.

Con su sonrisa me hizo saber que sus disculpas eran sinceras, entonces mis pensamientos apurados me hicieron creer que era como los demás Nobles,era tiempo de que también yo me disculpara...Me encontraba apunto de decir que lo sentía... cuando sentí el peso de su mirada...observando cada parte de mi... solo me pareció un poco extraño así que solo seguí sus movimientos, tratando de encontrar por mi mismo aquello que a el le interesaba sin que mis búsquedas rindieran frutos...
Existían tanta diversidad de personas con diferentes actitudes y comportamientos...así que en realidad no me importo mucho...
De pronto se detuvo quedándose de espaldas frente ami, lo mire curioso tratando de averiguar su próximo movimiento, en cuanto se dio la media vuelta no pude evitar dar un pequeño salto debido a su repentino movimiento...

- Ha claro...con gusto señor Alessandro...
Acepte, pero no me encontraba del todo seguro de si en verdad estaba dispuesto a entablar una amistad con una persona de tan alto nivel social... era algo que no era muy bien visto...pero ahora no importaba..estabas en medio de la naturaleza... y ahí las reglas humanas no influían.
Nuevamente me sentí confundido no sabia si debía sentarme a su lado... así que espere simplemente a que el me indicara que hacer...

Una vez tuve su permiso, sentéme a raíz del árbol e indiqué a mi mozo que hiciera lo mismo, entonces cerré mis ojos por unos segundos y mi sonrisa ensanchóse al sentir la brisa sobre mi cabello que ondeaba de un lado a otro dado a su largura. Aquello era simplemente delicioso y encantador pero lo mejor era saber que la compañía cumplía también con su parte de mostrarse educada y simpática. Al abrir mis ojos luego de los breves minutos noté que mi compañero permanecía aún de pie, el rubor corrió hacia mis mejillas. Definitivamente aún había cosas que yo debía mejorar en mi trato diario, con un gesto de manos indiqué que se sentara.
-Por favor, hágame el honor de sentarse al lado mío, o delante, o como prefiera. Hanson Byrne, dijo que llamábase así. He viajado por varias provincias últimamente, hasta que me situé en NeoVerona por recomendación de mi mentor, y se de buen grado que el apellido Byrne es típico de nobles. ¿Será usted algún descendiente perdido o en quiebra de tales?
La verdad es que resultábame curioso, estos temas solían ser ofensivos para muchos pero mis intensiones no eran la de causar burla o enfado y aquello se probaba en mi tono de voz, siempre benevolente y solemne. A veces quería encajar en los dos mundos, pero no se podía ser parte de uno y tener respeto por ambos lados, al menos no en esta provincia, en casa todo era más fácil puesto que no existía la pobreza. Aquí la clase baja tenía a odiar a los nobles y desconfiar de ellos... o quizás éramos nosotros quienes estábamos mal.... pero sea como fuere, a veces dábame la sensación que por detrás de Sir. Leartes había algo mucho más poderoso que simple despotismo.

Una vez entendida aquella elegante seña que el joven noble había hecho para mi decidí sentarme a su lado, de esa manera tal vez podríamos mejorar
la relación de compañeros a amigos, sin duda el me parecía una buena persona, supongo que era alguien en quien podía confiar.Escuche atentamente lo que el joven tenía que decirme… me sorprendí
que estuviera tan bien enterado de la vida de NeoVerona… pero su pregunta no me pareció para nada extraña… en lugar de eso sabia que el estaba interesado en conocerme mas, y de alguna forma eso me tranquilizo...-
-Venga mi historia es un poco larga, pero de cierta forma tiene un poco de razón… mi padre fue un antiguo capitán de la guardia del antiguo conde de la provincia, pero fue asesinado, quedándome yo huérfano de padre y como única compañía mi madre… pero las cosas no siempre salen como quieres y debido a una enfermedad desconocida que asolo a mi madre nos vimos en la necesidad de vender los bienes que nos quedaban… pero ni con todo el dinero del mundo pude evitar que ella también falleciera…
Se me hizo un nudo en la garganta como siempre me sucedía cada vez que hablaba sobre mi pasado, pero sobre todo cuando hablaba de mi madre…

-Todo aquello fue muy duro pero con el tiempo pude superarlo…

Agache la mirada por unos momentos no quería que se diera cuenta que estaba a punto de derramar algunas lagrimas, por estos tiempos predominaba el machismo y sin duda no quería que el pensara que me pondría sentimental por cualquier cosa...

Volví a cerrar mis ojos cuando vi que se encontraba sentado, en realidad me agradaba el conocer nuevas personas, poder compartir nuestros puntos de vista y esas cosas que con los personajes ya conocidos, como padre y esposa, no resultaba en absoluto interesante. Escuché con atención cuanto decía y sentí pena amarga en mi corazón por hacerle recordar tan feos momentos. Sabía qué era eso y a pesar de ser un noble, luego de todo lo que había vivido hacía ya más de 5 años, yo era consciente de lo que significaba el sufrimiento; por una causa u otra. Entonces decidí responder, aún con los ojos cerrados, sintiendo la brisa sobre mis ojos.
-Disculpadme entonces, Sir Hanson, entiendo la situación que os acontece y me gustaría de algún modo poder compensaros... pero sé que nada en éste mundo compensa la pérdida de una vida. Aún así, si desea algo que yo, o alguno de mis siervos, podamos ofrecerle, no dude en hacerlo.
La próxima vez que abrí mis ojos fue por un llamado del pelirrojo, esta vez volvía a molestar el mozo Emiliano diciendo que se acercaba la hora del té y que no es propio de caballeros ni nobles andar en el suelo a esas horas, ya tendría tiempo después para echarme al pasto. Dígole que no me es de menester a menos que Sir Hanson desee acompañarnos a éste especie de día de campo que habíamos decidido tomar mi amado siervo y yo. Desde luego aquella invitación la había hecho con el fin de hacerle sentir mejor, sólo un completo desalmado respondería de tal forma sin sentir, aunque fuera, nostalgia.

Las gratas palabras del joven hicieron que mi corazón sintiera una cálida paz, entendió lo que sentía y eso me alegraba, poder compartir parte de tu vida con alguien mas te da una especie de felicidad, desde hace tiempo me encontraba solo, no contaba con un amigo con quien apoyarme en los momentos difíciles, alguien con quien poder compartir el peso que yebo a cuestas, era grato por fin poder confiar en alguien...
En verdad que me sentía a gusto en compañía del joven que no me percate de que las horas habían transcurrido rápidamente, la hora del té de los nobles era una tradición desde hace muchas generaciones, pero ahora en verdad no me sentía relacionado con dicha costumbre, tomar el té solo no era muy reconfortarle...
- En verdad no quiero ser una molestia para usted... pero si es una costumbre importante para usted, no se preocupe, esperare aquí.
Fuera de eso, había olvidado gran parte de los modales en la mesa, no quería quedar como un verdadero estúpido frente aquella persona tan importante, alguna vez había sido un noble, pero ahora no lo era, vivía con mucha disciplina, pero hay cosas que se olvidan y no vuelven mas, ademas se me hacia un poco fastidioso actuar correctamente en la mesa, así por la presión no podía disfrutar de los aperitivos.
Me recosté completamente en la hierba, usando mis brazos como almohada, ya no me sentía cansado, una grata charla y unos minutos bajo la sombra de un árbol, hacían sentir mejor a cualquier persona, sin embargo el sudor seco sobre mi piel, empezaban a tomar un olor no muy agradable lo cual me puso un poco apenado...me puse de pie...
- Si no es molestia, le gustaría acompañarme a nadar al lago que se encuentra a unos metros hacia el oeste...
Le dije mientras le sonreía y al mismo tiempo señalandole la dirección en que se encontraba el lago, no tenia el afán de ofenderle, pero supongo que ahora existía mas confianza entre el y yo, ademas en verdad quería quitarme un poco de suciedad, ya que mi piel estaba pegajosa por el sudor y eso me hacia sentir incomodo...

Miré al pelirrojo con reproche y luego a mi acompañante cuya belleza estando tendido en el suelo sólo lograba compararse con la de un fresco que había visto en un museo del Dios Perseo. Sin duda a pesar del sudor y la suciedad seguía teniendo un cuerpo magnífico y yo una mirada indiscreta que nadie me quitaría ni en 100 años. Me puse en pie yo y al rato sir Hanson; mi paje colocóse en mi flanco derecho como solía hacerlo en todo momento. Díjome de ir al lago pero ya sabía yo que aquello terminaría mal pues era imposible no verle e imposible evitar que se notara mi atracción hacia él.
-Lamento el comunicaros que los lagos no me quieren, siempre termino mal parado- dije, a modo de broma.
Justo en ese momento escuchóse en la lejanía el relincho de un caballo, volteé de inmediato en la dirección por la cual venía el sonido y pude observar que se trataba de un imperial sobre su caballo. No de NeoVerona sino de NeoTrento, los cuales se diferenciaban por la bandera que traían acuestas, no del estado sino de la familia Bellomo-Grimaldi. Supuse que ese sería mi boleto de salida pues traía consigo a otros dos corceles, entre los cuales estaba mi yegua. Ella era mi favorita y la más dócil entre todas por esa razón se llamaba Dulcinea como la amada de Don Quijote, desde pequeño ella se había empeñado en hacerme sentir bien y salvóme cuando más le necesitaba. Observé a Sir Hanson una vez más y dediquéle una cálida sonrisa.
-Quizás podamos encontrarnos en alguna otra ocasión, suelo frecuentar tabernas y donde quiera que estén tales banderas de por hecho que allí estoy.
En ese momento el imperial llegó y entre los dos caballos negros se resaltaba a mi Dulcinea de pelaje café y crines brillantes como el oro. El hombre se bajó y saludo formalmente como símbolo de respeto a mi casta. Monté en mi yegua, desde allí sentíame más gallardo y galante que nunca; Emiliano, por su parte, el imperial y Emiliano esperaron que ya estuviera yo acomodado para subir a sus corceles respectivamente, del caso contrario sería una falta de respeto.
-Ha sido un gusto el conoceros, sir Hanson Byrne- agaché mi cabeza a modo de reverencia y despedida, el imperial me pasó las riendas de Dulcinea y sin más que esperar partimos al trote los tres jinetes.


u. Llevo Danny, llevo xD. Esto Danny, me salí del post porque tengo muchos temas de rol actualmente >.< luego te abro en otro lado, con Ophelia si quieres o con Alessandro.

Sabia que no aceptaría, era una propuesta un poco repentina, tampoco era como si fuéramos tan amigos, así que de alguna forma espere la negativa, aun que espero que esa no halla sido la razón por la cual me decía que se iba, después entendí cuando se es un noble se debe respetar las horas de llegada a casa, era parte de la disciplina, tal vez debería aprender algo de el, me estaba olvidando poco a poco de aquellas normas que alguna vez debí seguir, pero bueno ahora no había nadie quien me esperara en casa así que no importaba mucho.
Verdaderamente me hubiese gustado poder charlar un poco mas por lo menos, estaba seguro que compartíamos muchas cosas y que con el tiempo podíamos llegar a ser muy buenos amigos a pesar de la diferencia en las clases sociales, existía algo que le hacia parecer tan humano a diferencia de muchos nobles que siempre se empeñaban en demostrar cual poderosos eran sin importar hacerle daño a las personas.
No me quedaba mas que resignarme y esperar alguna otra oportunidad para poder tener otra grata charla con aquel joven .
-No se preocupe entiendo, igual espero que podamos vernos alguna otra ocasión.
Le devolví la reverencia, y le sonreí mientras se alejaba montado en su majestuoso corcel.
Di media vuelta y regrese por donde había llegado, ya sentía que necesitaba cerrar los ojos, a pesar de que no me encontraba muy cansado.
El sol se ocultaba lentamente tras las colinas dejando en su retirada un hermoso crepúsculo pintando el cielo de colores rojizos, un atardecer hermoso, no tenia nada de que quejarme había pasado un día maravilloso... ahora solo ansiaba poder tener otros días como este.